Declaraciones de Miguel Delibes extraídas de un entrevista concecida a Juan Cruz para el periódico "El País" en 2007.
"Por de pronto, no hay que confundir la soledad con la falta de compañía. La primera la padezco como viudo fiel que he sido, pero no la segunda, ya que me siento muy arropado. Mis hijos están conmigo. Los vecinos me paran en la calle para preguntarme por la salud, el Ayuntamiento de mi ciudad pone mi nombre a lugares culturales notables. Mi familia y amigos se desviven por atenderme, me abastecen de la compañía que necesito. ¿Puedo quejarme yo de soledad?"
(A próposito de su libro "Señora de roja sobre fondo gris", novela que escribió tras la muerte de su esposa) "¿Qué nos hace amar a la gente? Las hay, seguramente más. Y ¿por qué nos amamos? El tirón, tanto en el amor como en la amistad, es para mí un misterio.¿Qué nos hace querer a la gente? Su encanto, su entrega, su disponibilidad. ¡Sabe Dios! Después, cuando una persona entra en uno, se hace indispensable y no es fácil olvidarla."
Escribe usted en ese libro: "Entonces dije esa gran verdad de que, con su sola presencia, aligeraba la pesadumbre del vivir". Y usted se preguntaba: "¿Puede decirse de alguien algo más hermoso?". En la vida real, cuando recogió el Cervantes, dijo algo similar de Ángeles. Un recuerdo impresionante. ¿Cómo lo vivió, cómo lo vive? Esa bella frase sobre mi mujer no es mía. Es de Julián Marías, que la dijo por primera vez en mi recepción en la Real Academia. Me dejó con un nudo en la garganta pensando: "Exactamente eso era ella".
(Sobre la Tierra, amante como era de la naturaleza). "Desgraciadamente, herida de gravedad. Su destino no podemos preverlo. Creo que aún está en nuestras manos salvarla, pero ¿nos vamos a poner de acuerdo para hacerlo? Estamos tan bien instalados en la abundancia que no es fácil convencer al vecino de que se sacrifique seriamente para impedir el calentamiento del planeta y hacerlo invisible para millones de personas. El momento es crucial para que el hombre nos dé la medida de su sensibilidad."
"Por de pronto, no hay que confundir la soledad con la falta de compañía. La primera la padezco como viudo fiel que he sido, pero no la segunda, ya que me siento muy arropado. Mis hijos están conmigo. Los vecinos me paran en la calle para preguntarme por la salud, el Ayuntamiento de mi ciudad pone mi nombre a lugares culturales notables. Mi familia y amigos se desviven por atenderme, me abastecen de la compañía que necesito. ¿Puedo quejarme yo de soledad?"
(A próposito de su libro "Señora de roja sobre fondo gris", novela que escribió tras la muerte de su esposa) "¿Qué nos hace amar a la gente? Las hay, seguramente más. Y ¿por qué nos amamos? El tirón, tanto en el amor como en la amistad, es para mí un misterio.¿Qué nos hace querer a la gente? Su encanto, su entrega, su disponibilidad. ¡Sabe Dios! Después, cuando una persona entra en uno, se hace indispensable y no es fácil olvidarla."
Escribe usted en ese libro: "Entonces dije esa gran verdad de que, con su sola presencia, aligeraba la pesadumbre del vivir". Y usted se preguntaba: "¿Puede decirse de alguien algo más hermoso?". En la vida real, cuando recogió el Cervantes, dijo algo similar de Ángeles. Un recuerdo impresionante. ¿Cómo lo vivió, cómo lo vive? Esa bella frase sobre mi mujer no es mía. Es de Julián Marías, que la dijo por primera vez en mi recepción en la Real Academia. Me dejó con un nudo en la garganta pensando: "Exactamente eso era ella".
(Sobre la Tierra, amante como era de la naturaleza). "Desgraciadamente, herida de gravedad. Su destino no podemos preverlo. Creo que aún está en nuestras manos salvarla, pero ¿nos vamos a poner de acuerdo para hacerlo? Estamos tan bien instalados en la abundancia que no es fácil convencer al vecino de que se sacrifique seriamente para impedir el calentamiento del planeta y hacerlo invisible para millones de personas. El momento es crucial para que el hombre nos dé la medida de su sensibilidad."
"No poderse replantear el pasado "es una de las limitaciones más crueles de la condición humana". De todos modos, uno se lo replantea. ¿Qué tacharía? No conduce a nada. Es una pregunta normal en las entrevistas, pero creo que no conduce a nada. Tachar, enmendar mentalmente ... ¿Para qué? Mis correcciones cuando he tenido que hacerlas han sido pequeñas, superficiales. A menudo, por mi gusto, habría vuelto a escribir la pieza entera. Pero eso no vale. Uno se queda a gusto o se queda frustrado. Es igual. El bien o el mal ya están hechos."
Por todas sus novelas. La que leí por obligación para mis clases de literatura en el colegio y en el instituto que mi hizo descubrilo, y sobre todo, por todas las demás que leí después voluntariosa y que tanto me reconfortaron. Gracias.
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