miércoles, 18 de marzo de 2009

Emma Bovary

No sé muy bien ahora a propósito exactamente de qué, pero si el contexto, hoy, escuchaba a una actriz hablar de un personaje de una película suya, y me he acordado de Emma, la protagonista del libro de Gustave Flaubert, "Madame Bovary", un libro que esos cuya lectura te marca en la vida.

Para algunos, se trata de una mujer que idealiza el amor a través de la lectura de novelas románticas, y confunde la perspectiva de las cosas que la rodean, preocupándose más por lo que debía sentir, que por lo que sentía o podría llegar a sentir. ( Se dice que hay aquí un paralelismo con Don Quijote, que Flaubert tanto admiraba, pues es una mujer que enloquece de amor, por la idealización que del mismo hace a través de la lectura de libros). Pero para otros, era una mujer que estaba atrapada en una absurda y anodina existencia, la propia de las mujeres de la burguesía francesa decimonónica, y que buscó desesperadamente una válvula de escape, en un tiempo en el que las mujeres lo tenían muy díficil para protagonizar según qué iniciativas, y esta osadía se podría decir que la convierte en una incomprendida o una heroína, según se mire, envuelta en una encrucijada existencial tan intensa, que no encuentra otra salida que la muerte.

Me gusta cómo está escrita y descrita la historia, por encima de todo. Flaubert era un hombre, y sin embargo, en pleno siglo XIX, elige convertir en protagonista de su novela a una mujer con un complejo mundo interior en el que entra sin tapujos. Se dice que Flaubert se inspiró en la historia real del suidicio de la mujer de un médico coetáneo, y aunque no confirmado, parece cierto por los muchos elementos comunes con la novela. Pero este caso, que seguramente conmovería a Flaubert, se convierte en realidad en la excusa para crear una atmósfera femenina muy particular, la de una mujer atrapada en su existencia, que idealiza el amor, pero que busca otro mundo, y esto, es el caldo de cultivo de otras tantas cosas.

Algunas frases:

"Las dichas futuras, como las playas de los trópicos, proyectan sobre la inmensidad que les precede sus suavidades natales, una brisa perfumada, y uno se adormece en aquella embriaguez sin siquiera preocuparse del horizonte que no se vislumbra."


"Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad para él. Emma se parecía a las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas. "

"¿No parecía atravesar la existencia, apenas rin rozarla, y llevar en la frente la señal de alguna predestinación sublime? Estaba tan triste y tan tranquila, tan dulce y a la vez tan reservada, que uno se sentia a su lado prendido por un encanto glacial, como se tiembla en las iglesias bajo el perfume de las flores mezclado al frío de los mármoles."

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