martes, 24 de marzo de 2009

La suma de todas las edades

Una piensa que con el paso del tiempo, una va dejando atrás las edades superadas. Pues quizás, pero esto puede verse también de otra manera. Resulta que no se terminan de ir. En realidad están ahí, conviven con nosotros. La niña, la adolescente, la joven... todas las que fuimos. Lo que pasa es que van siendo neutralizadas. Ellas siguen habitando dentro de una, pero la adulto se ha de ocupar de ellas. A veces saldrán a relucir, pero serán meras aventuras fugaces, porque la madurez, es eso, no negar lo que fuimos y vive en nosotros, pero someterlo al gobierno, al control , al cuidado del adulto que somos.




"Cuando cumplí nueve años estaba muy preocupada por saber cuál era el cambio que se iba a producir en mi cuerpo entre los ocho y los nueve. Así que me levanté temprano el día de mi cumpleaños para ir corriendo al espejo y ver cómo había cambiado. Y me sorprendí porque no había cambiado nada, fue una gran defraudación. De modo que fui a preguntarle a mi mamá a qué hora había nacido yo y ella me informó que había nacido a las cuatro y veinte. Así fue que desde las cuatro hasta las cinco me quedé clavada frente al espejo mirándome para que se operara el cambio de los ocho a los nueve, pero el cambio no se produjo. Concluí entonces que quizás no habría cambio de los ocho a los nueve, quizá el cambio sucediera de los nueve los diez. Entonces esperé ansiosamente un año. Y la noche anterior al día que iba a cumplir diez, me quedé despierta; no dormí ni un poquito y me quedé frente al espejo para ver cómo amanecía. Y no noté nada. Empecé a pensar que la gente no crecía, y que todo eso era mentira, pero... Veía las fotos de mi mamá cuando era chica, y eso quería decir que ella había sido como yo alguna vez y se había vuelto grande. Y entonces, no podía explicarme cuándo sucedería ese cambio. Hasta que un día me di cuenta de cuál era el secreto. Cuando yo cumplí nueve años, no dejé de tener ocho; cuando cumplí diez años, no dejé de tener nueve; cuando cumplimos quince, tenemos catorce, y doce, y diez, y nueve, y ocho, y cinco, y... Cuando cumplimos setenta, tenemos sesenta, y cincuenta, y cuarenta, y doce, y cinco, y tres, y uno."


( Jorge Bucay basándose en un relato de Inés Barredo )

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