"- Claro. No es más que un éxtasis rítmico pero no lo saben
- ¿ Y me puede pasar a mí?
Y antes de decirle que sí, que a ella también podía ocurrirle aquella embriaguez con el sonido temió que se lanzase a bailar y entonces le dijo:
- No creo. Esto es cosa de ignorantes. No le pasa a gente que ha leído a Ibsen y a Chejov y que se sabe a Tenesse Williams de memoria.
Ella se sintió levemente halagada, pero le dijo:
- No me parecen ignorantes. Primitivos sí, pero no ignorantes. Creen. Creen en algo en lo que ni tú ni yo podemos creer y se dejan guiar por ello y viven de acuerdo con sus reglas y mueren por ello, y después, les cantan a sus muertos de acuerdo con sus cantos. Me parece maravilloso.
- Pura superstición - dijo él, pedante - Es algo bárbaro y remoto y ajeno, tan ajeno como África, de donde viene. Prefiero el catolicismo con toda su hipocresía.
- También es ajeno y remoto - dijo ella.
- Sí, pero tienen los Evangelios y tienen a San Agustín y Santo Tomás y Santa Teresa y San Juan de la Cruz y la música de Bach...
- Bach era protestante - dijo ella
- Es igual los prostestantes son católicos con insomnio."
(De "Delito por bailar Chachachá", Gabriel García Infante)
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