miércoles, 9 de septiembre de 2009

Existencia accidental

La reflexión:

“Recordando ahora aquella conversación empezó a pensar que las personas sí podían ser utilizadas, que podían utilizarse y consumirse mutuamente, que podían hacerse daño mutuamente. Empezó a creer que lo que uno sea cuando está con otra persona tal vez importa más que el hecho de amarla o no”.

("El Turista Accidental" Anne Tyler.)





La discusión que denota un punto de inflexión:

-Macon- dijo ella-, desde que Ethan murió he tenido que admitir que la gente es básicamente mala. Malvada, Macon. Tan malvada que cogerían a un chico de doce años y le pegarían un tiro en la cabeza sin ningún motivo. Ahora leo un periódico y me desespero; ya no veo las noticias por televisión. Hay tanta maldad, niños que prenden fuego a otros niños, y personas mayores que arrojan criaturas por la ventana de una segundo piso, violaciones, torturas, terrorismo, ancianos que son golpeados y robados, hombres de nuestro propio gobierno que están dispuestos a hacer estallar el mundo, no hay más que indiferencia y codicia y reacciones inmediatas de ira en cada esquina. Miro a mis alumnos y son tan corrientes, y sin embargo son exactamente iguales al chico que mató a Ethan. Si debajo de la foto del aquel chico no hubiese puesto por qué lo habían arrestado, ¿a que hubieras pensado que podía ser cualquiera, alguien que habían fichado para el equipo de baloncesto o que había ganado una beca para ir a la universidad? No puedes creer en nadie. (…)
Ahora las lágrimas le resbalaban por las mejillas. Se inclinó sobre la mesa y dijo:
-Algunas veces no he sabido si… no quiero parecer melodramática, Macon, pero… no he sabido si podría seguir viviendo en un mundo así.

Macón vio que tenía que ir con mucho cuidado. Tenía que escoger exactamente las palabras adecuadas. Carraspeó y dijo:
-Sí… sé lo que quieres decir, pero…-Volvió a carraspear- Es verdad, lo que dices de las personas. No te lo voy a discutir. Pero dime una cosa, Sarah: ¿Por qué habría de ser eso un motivo para dejarme?

Ella arrugó la servilleta y se la llevó a la nariz.
-Porque sabía que tú no me lo discutirías. Tú has creído desde siempre en la maldad de la gente.
-Bueno, y qué…
-Durante todo este último año me he sentido como batiéndome en retirada. Replegándome. Como si me estuviera encogiendo. Eludía el gentío, no iba a fiestas, no invitaba a los amigos a casa. Cuando tú y yo estuvimos en la playa aquel verano, yo me echaba en la toalla con toda aquella gente alrededor, y sus radios chillonas y sus cotilleos y su riñas, y pensaba: “Puf, qué deprimente, son tan desagradables, tan viles, en realidad.” Y me replegaba en mí misma para alejarme de ellos. Igual como tú, Macon con… igual que tú, perdona. Como tú has hecho siempre. Tuve la sensación de que me estaba convirtiendo en una Leary.
Macon intentó pulsar una tecla más ligera.
- Bueno, hay catástrofes peores que ésa, supongo.
Ella respondió.
-No puedo permitírmelo- dijo.
-¿Permitírtelo?
-Tengo cuarenta y dos años. No me queda tanto tiempo como para perderlo encerrándome en mi caparazón. Así que he tomado medidas. He pasado a la acción. Vivo en un apartamento que no te gustaría nada, todo está desordenado. He hecho un montón de nuevos amigos y me parece que tampoco te gustarían mucho. Estoy estudiando con un escultor. Siempre quise dedicarme al arte, sólo que dar clases parecía más sensato. Así es como lo formularías tú: sensato. Tienes tanta prisa por ser sensato, Macon, que has renunciado prácticamente a todo.
-¿A qué he renunciado?

(…)

-Has renunciado a todo lo que pudiera tocarte o perturbarte o alterarte, te has privado de ello sin una queja, diciendo que en el fondo no lo deseabas.
-Supongo que me habría ido mejor si hubiese seguido suspirando (...)
-Bueno, al menos te hubieras mostrado capaz de albergar sentimientos.
-Soy capaz de albergar sentimientos, Sarah. Estoy sentado aquí contigo, ¿no? Ya ves cómo no renuncio a ti.
Ella hizo como si no hubiese oído esto último.
-Y cuando murió Ethan- dijo-, arrancaste todas y cada una de las pegatinas de Wacky y Packs de la puerta de su cuarto. Vaciaste su armario y su escritorio como si no vieras el momento de deshacerte de él. Continuamente ofrecías a la gente los trastos que guardaba en el sótano, los zancos, el trineo, el patinete, y no lograbas entender por qué no los aceptaban. “No me gusta nada ver cosas que aquí a nadie le son útiles” dijiste, Macon. Ya sé que le querías, pero no puedo evitar pensar que no le querías tanto como yo, no estás tan desgarrado por su ausencia. Sé que lloraste su muerte, pero hay algo tan, cómo te diría, tan amortiguado, tan contenido en tu manera de vivir las cosas, quiero decir el amor o el dolor o lo que sea… Es como si intentaras pasar por la vida sin cambiar. ¿No comprendes por qué tenía que irme?
-Sarah, no estoy contenido. Yo… aguanto. Procuro aguantar, me mantengo firme.
-Si de verdad crees eso te estás engañando. No te mantienes firme; estás osificado. Estás hecho un núcleo reseco de hombre que nada penetra de verdad. Ah, Macon, no es casualidad que escribas esos libros tan tontos que explican a la gente cómo viajar sin sobresaltos. Ese sillón, no es sólo un logo; eres tú.




Versión cinematográfica, dirigida por Lawrence Kasdan. Escena Inicial.



Pero se puede salir de uno mismo para encontrar una vida distinta, y eso siempre supone vencer resistencias...

"-¿Y qué? ¿Quién ha echado a perder su vida?
-Macon, reconócelo. Ella no lo vale.
-Pero, ¿tú cómo puedes saberlo?
-¿Me puedes decir una sola cosa singular sobre ella? Quiero decir…una cualidad especial, no algo sensiblero como “me comprende” o “me escucha”…
Mira por la ventanas de los hospitales e imagina cómo nos verían los marcianos, tuvo ganas de decir Macon. Pero eso Charles no lo entendería, así que en lugar de esos dijo:
-Por si no te has dado cuenta, yo no soy precisamente una ganga. Soy, cómo te diría, mercancía averiada. Bien pensado, es a ella a quien tendrían que prevenir contra mí."

( "El turista Acciental". Anne Tyler)


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