domingo, 9 de mayo de 2010

Martín y Hannah. La sorprendente historia de amor entre Heidegger y Arendt

La literatura y el cine relatan historias de amor increíblemente sorprendentes, que a veces excusamos ante la perplejidad que nos producen acudiendo a la justificación de la ficción. Pero a veces pasa que la realidad nos proporciona esa extraordiaria perplejidad y sin excusas. Pocas historias de amor han causado tanta conmoción como la que unió desde 1924 a Martin Heidegger con Hanna Arendt. El primero, fue uno de los principales filósofos del existencialismo alemán, militante nazi, se convirtió en uno de los filósofos sobre los que el nazismo levantó su particular visión del mundo. La otra, era una joven judía, incialmente discípula de Heidegger, filósofa y pensadora, que andando el tiempo, se convirtió en la conciencia fustigante de aquellos judíos que no habían -según ella- tenido el valor de rebelarse contra el nazismo.

La historia de amor que unió a Heidegger y Hannah Arendt, durante un largo medio siglo, antes y después que el joven profesor y la antigua alumna contrajesen matrimonio, por separado, fue un misterio hasta los primeros años ochenta, cuando comenzaron a conocerse algunas de las circunstancias de esa formidable aventura, que va mucho mas allá de una pasión. Durante cincuenta largos años, uno y otro se escriben apasionadas cartas de amor que ya forman parte de la historia de la cultura. Aunque ya se había escrito sobre su historia, fue decisiva la publicación del libro "Correspondencia 1925-1975. Martin Heidegger y Hannah Arendt", en la que se recoge muchas de las cartas que se intercambiaron. De las 166 cartas que perduraron, cerca de las tres cuartas partes fueron escritas por Heidegger. El epistolario no sólo permite profundizar en la personalidad de sus autores, sino que es también un recorrido por la historia del siglo XX(1925-1975), refleja todas sus tensiones. Por otra parte, el diálogo también permite conocer más a fondo algunas de las posturas filosóficas de los dos, sobre todo las de Heidegger, y también su obra más íntima, como son la poesía, los poemas y textos personales de Hannah Arendt.



La joven estudiante y el brillante profesor se conocieron íntimamente cuando ambos estaban en el umbral de su vida intelectual. En medio, mil vicisitudes relacionadas con la convulsa situación que Europa vive en los años centrales del SXX, y que llevaron a Hannah a acabar sus días en EEUU, y a pasar de todo, una incesante actividad epistolar de admirable erudición. Conmueve, que una mujer de mas de sesenta años, casada con otro hombre, continúe escribiendo a un anciano de mas de ochenta, padre de varios hijos, con el mismo lirismo de los años de juventud. Cuando se le comunica a Heidegger el fallecimiento de Arendt, el antiguo maestro responde con una carta muy bella que recuerda los dialogos de Thor, en la Provenza. A los pocos meses, fallecería él.





Una de esas cartas de Heidegger envió a Arendt.
¡Queridísima!

Gracias por tu carta. Si solamente pudiera decirte cómo soy feliz contigo- acompáñándote mientras tu vida y mundo se abren de nuevo. Y puedo ver apenas cuánto has entendido y cómo todo es providencial. Qué nadie aprecia jamás es cómo la experimentación consigo mismo, por esa circusntancia, todos los compromisos, técnicas, moralización, escapismo, y cerrando su crecimiento puede inhibir y torcer la providencia de Ser. Y esta distorsión gira en torno a cómo, a pesar de todos nuestros sustitutos para la "fe," no tenemos ninguna fe genuina en la existencia en sí misma y no entendemos cómo sostener cualquier cosa como esa por nosotros mismos. Esta fe en la providencia no excusa nada, y no es un escape que me permitirá terminar conmigo de una manera fácil. Solamente esa fe-que como fe en en el otro es amor-puede realmente aceptar al "otro" totalmente. Cuando vi que mi alegría en tí es grande y en crecimiento, eso significa que también tengo fe en todo lo que sea tu historia. No estoy erigiendo un ideal-aún menos sería tentado jamás a educarte, o a cualquier cosa que se asemeja a eso. Por suerte, a tí -como eres y seguirás siendo con tu historia- así es cómo te quiero. Sólo así es el amor fuerte para el futuro, y no sólo el placer efímero de un momento – sólo entonces es el potencial del otro también movido y consolidado para las crisis y las luchas que siempre se presentan. Pero tal fe también se guarda de emplear mal la confianza del otro en el amor. Amor que pueda ser feliz en el futuro ha echado raíz. El efecto de la mujer y su ser es mucho más cercano a los orígenes para nosotros, menos transparentes, por lo tanto providencial pero más fundamental. Tenemos un efecto solamente en cuanto somos capaces de dar-si el regalo es aceptado siempre inmediatamente, o en su total, es una cuestión de poca importancia. Y nosotros, cuanto mucho, sólo tenemos el derecho de existir si somos capaces de que nos importe. Nosotros podemos dar solamente lo que pedimos de nosotros mismos. Y es la profundidad con la cual yo mismo puedo buscar mi propio Ser, que determina la naturaleza de mi ser hacia otros. Y ese amor es la herencia gratificante de la existencia, que puede ser. Y así es que la nueva paz se desprende de tu rostro, el reflejo no de una felicidad que flota libremente, pero sí de la resolución y la bondad en las cuales tú eres enteramente tú.

Tu Martin.

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