jueves, 4 de diciembre de 2008

PRO LUIS GARCÍA MONTERO

Hoy he leído en la prensa que Luis García Montero, poeta y catedrático de literatura de la Universidad de Granada ha decidido dar por concluido su enfretamiento judicial contra otro profesor de la misma universidad, al dejar expirar el plazo para recurrir la sentencia que condenaba a García Montero por injurias. En dicha sentencia, se le reconocía su derecho a defenderse de los ataques personales que recibía de ese profesor, y de defender las memorias de Federecido Garcia Lorca y de Francisco Ayala, contra quienes el mismo profesor la tenía tomada. Sin embargo, el juez considera que que la forma en que Luis García Montero lo hizo, tanto en el Departamento de Literatura como en el artículo publicado en el periódico El País, no es aceptable en derecho, y por ello lo condena por injurias. En realidad, la condena pecuniaria y la reprimenda judicial, no creo que deban preocupar al poeta, porque no se paga ni con dinero ni con fallos judiciales favorables, la enorme solidaridad que en estos días ha recibido desde todos los ámbitos, académico y ciudadano, quedando constancia del reconocimiento, el apoyo, y el cariño con el que cuenta. Por algo será. Me niego a mencionar el nombre del profesor causante de todo este conflicto con el poeta, tampoco quiero reproducir ninguna de las expresiones que quedan acreditadas que utilizaba contra García Montero y su familia. En contra de los poetas antes mencionados, defendía públicamente unas tesis inaceptables, llamándolos "fascistas". Todo esto llevo a Luis García Montero a actuar como lo hizo, casi se podría decir que en "legítima defensa". Respetamos su decisión de no seguir pleiteando. Lo que lamentaríamos es que dejara la docencia, como anunció.



Luis García Montero, Premio Nacional de Literatura 1995 y Premio Nacional de la Crítica 2003.


PROBLEMAS DE GEOGRAFÍA PERSONAL

Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.
Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.
Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.
Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.

Luis García Montero.

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