viernes, 16 de enero de 2009

ATALANTA

Hoy la Pléyade Mitológica se ocupa de Atalanta.



Seguro que todos habeís visto alguna vez la estatua de la fuente Cibeles en Madrid. ¿Pero os habeís fijado en los leones que tiran de su carro? Pues hacedlo, porque ellos encierran una interesante historia de amor mitológica.



Cuenta el mito que el padre de Atalanta sólo quería hijos varones, y por eso, al nacer, ésta fue abandonada a su suerte en el monte Partenio. Sobrevivió contra todo pronóstico gracias a que una osa la amamantó y a que unos cazadores que se la encontraron, decidieron adoptarla y cuidar de ella.

Cuando Atalanta alcanza la edad núbil, decide consagrar su vida a la diosa Artemisa y como ésta, permanecer virgen, dedicada a la caza, recluída en el bosque. Se había convertido en una esbelta y bella doncella, por lo que pronto aparecieron muchos pretendientes que trataron de tentarla. Pero Atalanta era también una mujer fuerte y una experta cazadora que sabía defenderse sola. Así, los centauros Reco e Hileo que trataron de violarla, acaban fulminados por sus certeras flechas.

Otro episodio doloroso tuvo lugar con el príncipe Meleagro como coprotagonista. Atalanta participó junto a él en la cacería del monstruoso jabalí que asolaba las tierras de Calidón. Meleagro, totalmente enamorado de la joven, quiso convertirla en su esposa, y en el ritual de ofrecimiento del trofeo de la cacería a su amada, sus tíos, que consideraban inapropiados los esponsales con aquella silvestre doncella de origen desconocido, le arrebataron la piel del animal, de manera brusca. Meleagro enfurecido arremetió contra ellos y a partir de ahí, se sucedieron toda una cadena de lamentables y sangrientos hechos que concluyeron con la muerte del propio Meleagro, además de la de sus tíos y su madre. Después de eso, Atalanta cobró aversión al matrimonio y decidió no volver a permitirse tener sentimientos afectivos hacia ningún hombre. Por esta razón, en lo sucesivo, adoptó una aptitud burlesca frente a sus oponentes masculinos en cacerías y demás certámenes deportivos.

Tan segura estaba de su superioridad, que para evitar cualquier pretendiente, Atalanta anunció que su esposo sería sólo áquel que lograra vencerla en la carrera, y con la condición disuasoria, de que si ella ganaba, debía matar a su oponente. A pesar de la fama de imbatibilidad y del peligro que entrañaba el reto, varios fueron los hombres que lo intentaron, y aun cuando generosa les concedía cierta ventaja, el desenlace era siempre el mismo, la victoria de Atalanta y la muerte de su adversario.

Hasta que un día apareció un noble y apuesto mancebo llamado Hipómenes, que se decía descendía del mismísimo Poseidón. Éste decide desafiar a la joven y veloz Atalanta. Conocedor del peligro que entrañaba la empresa en la que se empeñaba, acudió a Afrodita en solicitud de ayuda. La diosa del Amor, atendió su súplica y le entregó tres manzanas de oro cogidas del jardín de las Hespérides, asegurándole que con ellas lograría vencer a la joven.

La carrera despertó muchísima expectación. El juez dio la salida en el estadio a ambos corredores y Atalanta e Hipómenes comenzaron su veloz marcha hacia la meta. Enseguida la joven sacó una extraordinaria ventaja a Hipómenes. Entonces éste, lanzó una de las manzanas de modo que cayera justo delante de Atalanta. Tal y como Afrodita había previsto, resultó irresistiblemente atractiva para Atalanta, que redujo su marcha y frenó para recogerla. Esto permitió a Hipómenes adelantarla. Sin embargo, Atalanta rápidamente reaccionó y redoblando esfuerzo, logra alcanzar y rebasar a su oponente. Hipómenes nuevamente repite la maniobra con una segunda manzana de oro que de nuevo vuelve a frenar a Atalanta. Ya más próximo el final de la carrera, Hipómenes se ve con serias opciones de triunfo al verse por delante de la joven. Pero Atalanta se repone rápidamente superando a Hipómenes a escasa distancia de la meta. Éste aún cuenta con una última manzana, y con ella intenta su opción definitiva lanzándola a escasos pasos de la meta. Atalanta sucumbe por tercera vez a la tentación, y esta parada, hace que finalmente Hipómenes pueda entrar en la meta antes que ella, convirtiéndose en el ganador de la carrera, y por tanto, adquiriendo el derecho a convertirse en el futuro esposo de Atalanta. Ella no se enfada, todo lo contrario, admira la astucia de su contrincante y cumple con su promesa de matrimonio.



Cuadro "Atalanta e Hipómenes" de Guido Redi. SXVII.

Se podría pensar que aquí concluye felizmente la historia. Sin embargo, los mitos son frecuentemente historias muy complejas. Hay varias versiones a cerca de lo que sucedió a continuación, pero que conducen al mismo final. Una versión señala que de manera accidental los recién casados, enamorados, absortos en sus requiebros y muestras de amor, se refugían en un santuario de Zeus, y esto es interpretado por Zeus como una grave falta de consideración y decide castigarlos conviertiéndolos en leones. Luego la diosa Cibeles se apiada de ellos, y los recluta como guías de su carro, permitiéndoles estar juntos. Otra versión es que Afrodita, ofendida porque Hipómenes no le había agradecido su ayuda tras la victoria, provoca la confusión que les lleva a yacer en el templo de la diosa Cibeles, quien indignada, decide convertirlos en leones. En conclusión, de acuerdo con esta historia mitológica , los leones que tiran del carro de la diosa Cibeles, son precisamente Atalanta e Hipómenes.

Atalanta tuvo una gran consideración en el mundo clásico. Varios mitógrafos la citan y sitúan entre los héroes de la Antigüedad. Atalanta de alguna manera simboliza la mujer contestaria, que se rebeló contra los esquemas patriarcales y que logró hacerse respetar.


Siempre me atrajo el personaje mítico de Atalanta.

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